Indice
- 1 La enfermedad silenciosa que nos dinamita por dentro
- 1.0.1 «No reconoces tu cuerpo, empieza a actuar de una forma que no puedes comprender»
- 1.0.2 «Puedes regular un poco tu peso y los comentarios de las “amigas” y vecinas indeseadas, pero el pelo sigue ahí»
- 1.0.3 «necesitas comprensión y cariño; y no todo el mundo es capaz de darlo»
- 1.0.4 «No estás sola, somos muchas las que estamos aquí peleando contigo»
La enfermedad silenciosa que nos dinamita por dentro
De momento, sin cambiar la dieta ni las costumbres, observas que empiezas a engordar, y casi ni te das cuenta. Sencillamente un día compruebas que el botón de aquellos pantalones que antes te quedaban de cine, ahora es un arma a punto de salir disparado. ¿Pero qué ha pasado esta semana? ¿Qué he comido de extraordinario? Quizás, alguna amiga o algún familiar que pasa automáticamente a la lista de los más odiados te diga… “Te veo más rellenita, deberías de cuidarte un poco más”, es el SOP.
«No reconoces tu cuerpo, empieza a actuar de una forma que no puedes comprender»
Seguimos…Te miras en el espejo sin entender bien qué pasa, además, empiezas a tener desarreglos menstruales sin explicación. De momento no le das importancia, has estado nerviosa por el trabajo, o por algún rollete que te quita el sueño… Todo pasará.
Te duchas y te depilas, y descubres con espanto, que donde antes existía un vello fino, o rubito, que no te molestaba, y que podía resultar hasta atractivo, ahora se ha convertido en duros pelos negros que te son totalmente ajenos. No reconocer tu cuerpo, empieza a actuar de una forma que no puedes comprender. Y sigues engordando… Y la báscula empieza a ser una de tus peores enemigas.

De repente un día reconoces un dolorcillo en la zona baja del abdomen. Parece dolor menstrual, pero con pinchazos un poco más peculiares… De ahí ya no pasa, pides hora en el ginecólogo. Tal y como le vas contando los síntomas, ya sabe qué te pasa, pero lo confirma con un análisis hormonal y con una ecografía, que muestra uno o dos de tus ovarios como si fuese una almendra garrapiñada llena de pequeños bultitos. Te diagnostican SOP, Síndrome de Ovario Poliquístico.

No es una enfermedad maligna, en principio tu salud no corre peligro, algunos te dirán que eso no es nada. Pero tú ya sabes que tu cuerpo ha cambiado, hasta tu ánimo ha cambiado. Tus reacciones hormonales no son como las de antes, y tu cuerpo tampoco. Puedes hacer tratamiento, claro, por supuesto tratamiento hormonal.
«Puedes regular un poco tu peso y los comentarios de las “amigas” y vecinas indeseadas, pero el pelo sigue ahí»
El más factible es tomar la píldora anticonceptiva. Eso desactivará tus ovarios, dejándolos como en reposo para provocarte unas reglas artificiales que sencillamente le dan una tregua a tu cuerpo para ver si todo, por arte de magia se normaliza.
Conoce más sobre este trastorno, en este artículo
Parece que estás mejor. Puedes regular un poco tu peso y los comentarios de las “amigas” y vecinas indeseadas, pero el pelo sigue ahí, ese no cae. Existe la opción de la depilación láser, eso sí. Pero esa necesidad no la tenías hasta ahora, no habías tenido que esconder tu cuerpo hasta ahora.
«necesitas comprensión y cariño; y no todo el mundo es capaz de darlo»
Un día conoces a un chico, es maravilloso, te enamoras, te vas a vivir con él… Todo marcha sobre ruedas, y decidís ser padres. Ahí es donde puede empezar un verdadero calvario de visitas ginecológicas, pruebas, tratamientos hormonales hiperagresivos, inseminaciones… Y algún que otro fracaso. Y el SOP hace que tus emociones estén a flor de piel. Y te callas, porque no todo el mundo entiende que esta enfermedad no sólo ha dinamitado tus ovarios, también ha dinamitado tus ánimos y tus hormonas, y necesitas comprensión y cariño; y no todo el mundo es capaz de darlo.

Ánimo, no es una enfermedad letal, se puede superar. Existimos muchas mujeres que lo hemos superado. Yo misma tengo dos hijas, con sólo un ovario y poliquístico, y concebidas de forma natural.
«No estás sola, somos muchas las que estamos aquí peleando contigo»
Eso sí, por el camino se quedó algún familiar gilipollas y un aborto que jamás olvidaré, y unos pelos, que ahora, con la madurez, me molestan bastante menos. A quien no le gusten, que no los mire. He aprendido a amar mi cuerpo y a dar las gracias por lo que tengo.
Eso sí, hasta ese punto existe un largo camino en el que muchas veces me he encontrado muy sola.
Pero, ¿sabes? No estás sola luchando contra el SOP, somos muchas las que estamos aquí peleando contigo.
Si quieres descubrir más artículos interesantes, visítalos en psicología y salud